Me parecía extraño tanto paraíso en la oscuridad. Que hayan tantos por qués en tanta felicidad artificial. Entre tanta neblina con luz con baterias recargables.
Mi mente le era inerte a todo aquello que se me pasara por delante. La inercia se apoderaba de mis movimientos y lo que salía de mi boca no era más que un libreto que un día inventé para cuando necesite fingir. Para cuando el dolor se haga invisible y pierda la normalidad de mis días.
Las lágrimas de noche vienen poco a poco. Las jeringas se llena con gotas, con cáscadas, con mares y olas que no tienen control, que no tienen cantidad, que aumentan segundo tras segundo, y no deja paso para encontrar la fórmula para encontrar el resultado de todo esto.
Me desenvuelvo en tela de arañas, me enredo, corto los hilos que me contienen y trato de salir con el mínimo esfuerzo. Me dejo caer más profundo ya que siempre supe que partí con el pie izquierdo. Asesinaron a la razón y se apoderó un qué sé yo de todo control.
No hay comentarios:
Publicar un comentario