sábado, 11 de julio de 2009

des-control.


El lunes volví. Resucitó la mente obsesiva, la fijación en el cuerpo y el exquisito sabor a normalidad que tanto me gustaba. Poco a poco las ganas de intercambiar dolor no eran saciadas, eran reprimidas o cambiada por dormir lo más posible con tal de olvidar todo lo pasado. Volví a manipular los momentos, mi horario y aumenté las horas de alcohol. El dinero nunca fue dedicado a un bocado en soledad, sin embargo, en comunidad el dinero era el bocado compartido con sonrisa nueva pero con los segundos contados por el cronómetro de la vida. Las plegarías nunca fueron recibidas, siempre se desviaban en un camino a quién sabe dónde fueron a parar. Reí, lloré, salté. Fui feliz, infeliz. Me sentí sucia, limpia, vacía, plena, simple y a la vez extravagante.
El alcohol con las Dominium no eran una buena combinación. La psicóloga me lo dijo, el psiquiatra me lo recalca y mi cabeza lo niega.
Aparecen caminos nuevos que seguir, senderos de espinas, otros de rosas, y otros de signos de preguntas con puertas por adivinar. Ninguna entrada parece ser mejor que la otra. Las apariencias engañan pero tu mirada no me miente, ni tus manos al tocar las mias. Creo en ti y en lo que me dices, aunque después el dolor se parta en dos y se duplique a cada segundo.

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